El pasado 15 de Junio de 2016, tuve la suerte de conocer a Doña Sandra Sopeña, propietaria de la Ganadería que lleva su mismo nombre. Su atención y amabilidad fue sencillamente increíble y nos enseñó con detalle toda la finca “El Soto” situada en Málaga del Fresno, provincia de Guadalajara. Pero ahí, no quedo mi suerte, mi suerte continua cuando pude conocer a Morito, un precioso becerro, nacido hace unos días y que acabo perdido de su madre.
Este hierro lleva inscrito en la Asociación de Ganaderías de Lidia desde 1951, en aquel momento, la ganadería estaba al mando de D. Antonio Sopeña Zurita quien se la cede en 1997 a su hermano D. Pedro Sopeña, padre de la actual ganadera, Doña Sandra Sopeña, por aquellos años el encaste era de saltillo, procedente de Doña Enriqueta de la Cova. Actualmente la procedencia es del Marques de Domecq y cuenta con tres lotes de vacas que hacen un total de 110 vacas de vientre que pastan en la finca “Valdehombre” en el término de Taracena (Guadalajara).
En la finca “El Soto” en Málaga del Fresno (Guadalajara) es donde habitan los machos de la ganadería, los cuales serán lidiados posteriormente. En esta finca se han ido adaptando las instalaciones a las necesidades actuales y dotando a la ganadería para un excelente manejo. Todas estas labores son supervisadas minuciosamente como nos lo muestra la ganadera, mientras damos un paseo con nuestro nuevo amigo.
Durante el agradable paseo, nos cuenta cómo tiene que alimentar con el biberón a Morito, todos los cuidados que le tiene que dedicar para que pueda seguir adelante y como sigue asombrada de cómo pudo aparecer el becerro en una cerca de machos, completamente alejado de su madre, la cual, lo debido dejar bien encalostrado. Esto significa que una vez que nace el becerro y la madre lo sigue limpiando, el becerro se llena la barriga del alimento que llenan las ubres maternas, llamado calostro. Una vez ingerido por completo, el cansancio de las primeras horas de vida aparecen en el recién nacido y el sueño le puede. La vaca deja a su hijo en el lugar más escondido del cercado y el becerro, alimentado y bien atendido, cae rendido. Se dice entonces que el becerro está “encalostrado” y puede dormir casi un día entero tras sus primeros momentos en el campo bravo.
El flechazo ya ha surgido y le pido a Doña Sandra que me deje contar la historia de Morito, a lo que accede sin dudarlo. Así que, de aquí en adelante, contaré los sacrificios y esfuerzos que tendrá que hacer la ganadera para sacar adelante a este toro bravo y de este modo pueda hacer honor a su raza.
Os lo seguiré contando.